miércoles, 7 de febrero de 2018

«Bendita parroquia que acoge a todos»

Ecclesia digital.- La frase que encabeza esta pieza sirvió a Juan José Omella, cardenal arzobispo de Barcelona, para exponer ante decenas sacerdotes madrileños la idea de "La parroquia misionera en la perspectiva del Papa Francisco" en el marco unas jornadas de actualización pastoral organizadas por la Universidad Eclesiástica San Dámaso y la Vicaría para el Clero de la archidiócesis de Madrid. 
La frase cerraba la imagen que rescató en una visita pastoral a Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), una zona que creció durante el siglo pasado por la emigración, y donde la parroquia tuvo un gran papel. Que hoy continúa, porque, contó Omella, allí estaban, durante la Misa dominical, la gente de Cabra (Córdoba), los que llevan el lazo amarillo, una concejala de Izquierda Unida… E insistió: «La parroquia es el lugar donde se encuentran todos». 
Esta anécdota sirvió al purpurado para afirmar que la parroquia tiene hoy actualidad y mucho futuro; eso sí, con la premisa de que no se resista a reformarse. Una parroquia que, explicó a grandes rasgos, debe «acoger y escuchar a la gente desde la Palabra de Dios, participar de su vida y enviarlos a evangelizar». Por eso es partidario de hacer una revisión para que la parroquia sea más eficaz en su misión evangelizadora, pues no tiene otra razón de ser. «No podemos vivir de manera rutinaria, hemos de reaccionar e iniciar una etapa marcada por la alegría de Jesús, sin tristezas ni añoranzas, para ser esperanza en medio de la sociedad», añadió. 
Esta última reflexión la puso en práctica a renglón seguido para hacer un análisis de los rasgos de nuestro tiempo, en el que se inserta la parroquia. Y se centró en las oportunidades que ofrece la sociedad de hoy, en la que «hay un anhelo de un futuro más humano», donde se sigue necesitando la salvación «para librarse del mal, del vacío de valores y del pragmatismo demoledor», en la que crece el número de personas que «reclaman algo más que tecnología y ciencia». Un mundo, continuó, con muchas desigualdades sociales, pero donde «hay tanta caridad y solidaridad…». 

¿Qué hacer? 
La propuesta de Juan José Omella es la de una renovación de la vida cristiana de las comunidades inspirada por Jesús: «Desde Jesucristo, no desde opciones políticas. Entonces, hay que poner en el centro a Jesús, no al párroco ni a las acciones. Lo importante es el encuentro con Jesús».
Otra de las ideas que lanzó fue la de recuperar el proyecto humanizador de Jesús para este mundo, pues «no podemos vivir encerrados». «Deberíamos aclarar en nuestra predicación que el Reino de Dios no es solo el Reino de los Cielos, sino la construcción en la tierra de una sociedad más humana y dichosa. En este sentido, habría que promover actividades fuera del templo», apuntó.
Puso énfasis del mismo modo en la compasión como principio de actuación. En la misericordia que lleva a curar heridas: «Cuánta gente necesita cura para su heridas… Y esto se hace con la acogida, la escucha y el acompañamiento de las personas. Cuando la comunidad vive así, se irradia esperanza». 
El purpurado concluyó su intervención apuntando las actitudes que debe tener siempre un pastor y evangelizador, sea sacerdote, religiosa o seglar. Tomando como base las parábolas del Reino, las enumeró: el realismo –«no todo el grano que se siembra da fruto»—, la paciencia —«el ritmo de Dios es otro» y la confianza –«como el discípulo que lo arriesga todo por el tesoro escondido»–. 

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